sábado, 30 de octubre de 2010

PLEGARIA DEL CABALLO

AMO MÍO:
Permíteme que formule ante ti mi plegaria.
Después del trabajo y de las fatigas del día dame albergue en una caballeriza apropiada y limpia. Cuida alimentarme convenientemente y de mitigar mi ardiente sed; como no puedo comunicarte cuando tengo hambre, sed o estoy enfermo, te corresponde preverlo .
Si tú me cuidas, puedo servirte más eficazmente, porque tendré más fuerza. Si dejo de comer, manda a examinar mis dientes.
No permitas que me corten la cola, pues es mi única defensa contra las moscas y los insectos cuyas picaduras me atormentan.
Durante el trabajo háblame; tu voz es para mí más eficaz que las riendas y la fusta.
Acaríciame y enséñame a trabajar con buena voluntad. No me fatigues en las subidas ni me sobre frenes en las bajadas. No me cargues demasiado; de muy buena voluntad te sirvo hasta donde alcancen mis fuerzas, no olvides que estoy expuesto a morir en tu servicio en cualquier momento.
Mientras vivo, trátame con la consideración debida a un criado fiel y útil. Si no te entiendo inmediatamente no te desesperes ni me castigues, es fácil que no sea culpa mía.
Examina mi rienda; puede ser que por estar enrolladas o torcidas, no transmitan correctamente tus órdenes, mírame las herraduras, para ver si me lastiman.
Querido amo : cuando por la edad me encuentre débil o inválido y ya no pueda ser útil, no me condenes a morir de hambre, y si fuere necesario, mátame tú mismo para que mis sufrimientos sean menores.
Perdona haber ocupado tu atención con esta humilde PLEGARIA, que te ruego no olvides, y que te la hago respetuosamente, invocando a AQUEL que nació en un PESEBRE.

No hay comentarios:

Publicar un comentario